Sembradores de esperanza Misioneros Combonianos 80 años en Perú – Chile
Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús fueron fundados en Verona (Italia), en 1867, por San Daniel Comboni (1831-1881), gran apóstol de África, misionero infatigable que entregó toda su vida por los pueblos africanos empobrecidos, esclavizados y aún privados de la luz del evangelio. El fundador quiso que sus misioneros estuviesen al servicio de los más pobres y abandonados, anunciando el Evangelio a los que aún no conocen a Cristo y promoviendo a la persona humana en su dignidad, con justicia y paz.

P. Luis Ipfelkofer, P. Miguel Wagner y P. Andrés Rield
Fieles a ese espíritu, hace 80 años el 11 de septiembre de 1938 tres misioneros Combonianos P. Luis Ipfelkofer, P. Miguel Wagner(alemanes) y P. Andrés Rield (Austriaco). llegaron al puerto del Callao y de ahí viajaron a Pozuzo un en la provincia de Oxapampa. para brindar su servicio pastoral a los colonos Austro- alemanes que llegaron alrededor de 300 inmigrantes en 1854 y los múltiples pueblos indígenas de la zona.
Fue una de las primeras experiencias en América la presencia Comboniana, que comenzó en la selva y sierra peruana. Los padres Luis y Miguel por petición del Obispo de la Diócesis de Huánuco se encargaron de la formación de los sacerdotes en el seminario San Teodoro y el padre Andrés (Tayta Andrés) como lo llamaban los lugareños dedicó su misión en Pozuzo y los pueblos aledaños como misionero itinerante.

Parroquia Cristo Misionero del Padre- Chorrillos
En los años venideros han seguido llegando más misioneros de Alemania y Austria, Italia, España cuya misión fue evangelizar otros pueblos como Huánuco, Pasco, Tarma, Panao. Además, Cercado de Lima en la parroquia San Pío X y en Chorrillos Parroquia: Doce Apóstoles. 20 años después en 1958 la Santa Sede confía a los Combonianos la nueva prelatura de Tarma y nombra a Mons. Antonio Kühner Obispo de la Prelatura de las parroquias Tarma y Pasco logrando tener una gran presencia en la Iglesia peruana.
Después de los 40 años se inicia con las actividades de Centro de Animación Misionera. Se empieza publicarse las revistas Misión sin fronteras (antes Esquila Misional) Y Aguiluchos. Un medio por el cual se busca llevar a diferentes espacios el testimonio misionero, las obras de la Iglesia misionera en el mundo donde se encuentran los Combonianos: África, Asia, Europa y América. De modo que, este medio se ha convertido en un espacio de evangelización y colaboración para las misiones.
Con la bendición de Dios se abrieron muchas puertas en diferentes regiones del Perú y Chile. Llegando así Arequipa, Chincha, Sunampe, San Martín de Pangoa, Trujillo y en Santiago de Chile. En las diferentes parroquias la evangelización tuvo su proceso y vivencia desde el seguimiento de Jesús a través de los Evangelios y la promoción humana en sus diferentes aspectos de la vida. Salud, educación, justicia, mejores condiciones de vida y creación en comunidades de bases para generar su desarrollo comunitario.
Por otra parte, se fundaron: el Postulantado, el Noviciado y el Teologado, centros de formación para los candidatos que desean consagrar sus vidas para la misión. De las cuales han salido más de 35 Combonianos (sacerdotes y Hermanos) más un Obispo perteneciente a la Provincia Perú-Chile. Actualmente se cuenta con más de 14 nacionalidades de misioneros que dedican su servicio misionero en el Perú. El dueño de la mies llama y esparce la semilla para que brote, crezca y dé fruto. Dios se sirve de las personas para tejer la historia de salvación de sus hijos en el mundo entero y manifestarse glorioso y misericordioso en sus obras.
La opción por los pobres y abandonados, la misión en las periferias; entre los pueblos indígenas de la sierra y selva; entre los afrodescendientes; la animación misionera en la Iglesia local y la formación de los jóvenes y agentes pastorales; así como nuestro compromiso por la justicia, la paz y la integridad de la Creación son nuestra expresión carismática que Comboni nos dejó.

Feligreses del Centro Poblado de Pacchac- Tarma
“La misión es una pasión por Jesús, pero al mismo tiempo una pasión por su pueblo” remarca el documento EG. 268. Por tanto los misioneros Combonianos hoy tratan de vivir como buenos samaritanos, con los ojos del amor puestos sobre el otro, sobre el caminante e inmigrante, asaltado por los bandidos y abandonado en las cunetas de la carretera, sobre el ciego sentado al borde del camino que pide ayuda a la multitud indiferente. Estar en misión es abrir los ojos, sobre todo a quién busca la verdad y a quién tiene derecho al anuncio del Evangelio. Estar en misión es seguir a Cristo con un renovado entusiasmo y con un coraje siempre nuevo. Siempre ad vitam.
Finalmente, el carisma a la luz de evangelio y con la guía de la iglesia nos sigue invitando hacer nuestro “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (Gaudium et spes). La obra iniciada por San Daniel Comboni ha dado sus frutos y aún sigue sembrando las semillas de la palabra de Dios en este mundo que camina sedientos de Dios y una vida más digna.